Estoy estrenando un nuevo hogar para mi blog. En apariencia nada ha cambiado. Todo se ve igual. Sin embargo, ha mutado. Este blog partió como un proyecto de ocio. Un desafío personal. Una entretención mía, dándole uso a un viejo tarro conectado a internet que las hacía de servidor, router y cuanta otra cosa necesitara. Pues ya no más. Quiero, aunque me pese, dar de baja ese tarrito al que le tengo tanto cariño. Ese tarro que compré hace ya 9 años y que me servía para jugar y hacer las tareas de la universidad.
Entonces, si doy de baja mi tarro ¿dónde alojo mi servidor? Por razones laborales me ha tocado últimamente ver varios temas relacionados con virtualización de servidores. Los servidores virtuales consisten en máquinas que viven dentro de otro servidor más grande. Esta tecnología le entrega a las empresas varios beneficios, entre ellos disminuir costos energéticos. Por lo tanto, decidí probar suerte con eso y arrendé un servidor virtual. Por una módica suma de dinero, una empresa me entrega un “computador” que viene a ser el reemplazo de mi tarro. En mi nuevo proyecto personal.
Entonces, este blog ya no vive dentro de un computador viejo en mi departamento, metiendo ruido y gastando electricidad. Sino que vive quien sabe donde, al otro lado del mundo, lejos de Chile.